La educación superior del futuro: EE.UU. y Canadá

«…en estos países son los institutos técnico-profesionales los que están llevando la delantera en las transformaciones. Especialmente me sorprendió el acompañamiento cercano del estudiante por medio de coaches y compañeros entrenados al efecto…».

Por Ernesto Tironi
Economista y educador

Es de lamentar el poco estudio, reflexión y discusión profunda y fundada que hemos tenido este tiempo en Chile sobre la reforma de la educación superior que el país necesita y la que pretende realizar este gobierno.

Preguntas como las siguientes siguen ausentes: ¿Qué profesionales se requieren para un Chile más feliz, próspero y justo en los próximos 10 a 20 años? ¿Con qué habilidades? ¿En qué sectores y por qué: ingenierías, salud, administración? ¿En qué proporción con educación universitaria o técnico-profesional, y para trabajar en qué? ¿Hacia dónde van las tendencias en este aspecto en los países más adelantados del planeta? Casi ninguna de estas preguntas ni sus respuestas han estado presentes para definir la reforma que necesitamos. Aquí hemos discutido solo cuántos fondos fiscales darles a las universidades estatales, la gratuidad, y si pueden o no tener fines de lucro.

Mi ocupación como consejero de un centro de formación técnica y un instituto profesional, instituciones de educación superior en Chile, me llevó a participar en una gira de 10 días a visitar entidades de ese tipo en cuatro ciudades de EE.UU. y Canadá. Fue organizada por el gremio que la agrupa, Vertebral, e incluyó a 11 rectores de esas entidades, para contestar preguntas como las señaladas. ¿Habrán organizado algo de ese tipo las autoridades de este gobierno para diseñar la reforma que proponen aprobar a rajatabla?

¿Qué aprendí de esa gira? Tres cosas principales. Primero, que la mayor preocupación de los encargados de la educación superior en esos países es si están formando personas para las habilidades requeridas para el siglo XXI. Tienen mucha conciencia de los estudios que muestran cómo los actuales empleos se están reemplazando por robots o por manufactura en países de bajo costo. Eso ya ocurre en las fábricas de autos. En poco tiempo pasará con los choferes de taxis y camiones, con los vehículos robotizados. Pregúntenle a Google por qué trabaja en eso y piensa fundar una universidad.

Lo segundo que aprendí es que el sistema de educación superior de EE.UU. y Canadá no está formado solo por los MIT, Harvard y Chicago. Son 7.300 de esas instituciones en EE.UU. Pero el 45% de los estudiantes se forman en los equivalentes a nuestras entidades de formación técnica, que allá se llaman community colleges .

Lo tercero, y más relevante, es que mantener a la educación superior viva, vigente y relevante en los próximos 20 años será un desafío mayor. En los dos niveles. Las universidades como las hemos conocido no pueden continuar como hasta ahora, porque la mayoría iría a la quiebra: los costos suben exponencialmente año a año, especialmente por las alzas de costos de salud y previsión de profesores, más los de infraestructura. Mientras tanto, el financiamiento cae, su productividad es más dudosa, y la demanda por acceso crece empujada por las familias y los políticos. La ecuación no tiene solución. La educación superior no es escalable para satisfacer la demanda a costos razonables. No existen suficientes recursos para todos los que buscan educación superior hoy bajo el actual sistema. Si eso pasa allá, imagínese Chile, con gratuidad más extendida y fondos públicos solo para las universidades estatales. Con la educación de aquí tendremos gratuidad para hoy y hambre para mañana en la forma de desempleo ilustrado.

La salida puede encontrarse en las tecnologías de enseñanza on line , en el uso de mentores y softwares predictivos de desempeño para bajar deserción estudiantil, la enseñanza adaptativa al modo de aprender de los estudiantes y la vinculación de los estudios con las necesidades de empleadores y empresas. Las entidades que se suban a esos carros sobrevivirán como relevantes. El resto sobrevivirá mendigando en los pasillos del Congreso, algunos, y protestando en la calle, otros. Como en algunos países cercanos.

En EE.UU. y Canadá son los institutos técnico-profesionales los que están llevando la delantera en estas transformaciones. Especialmente me sorprendió el acompañamiento cercano del estudiante por medio de coaches y compañeros entrenados al efecto. Así están reduciendo las crisis vocacionales y dificultades con ciertos ramos que demoran la titulación. También los modos como captan las necesidades de formación de personal que requieren los empleadores. Generalmente es con más habilidades blandas o de comportamiento, antes que con conocimientos teóricos. Y no es de sorprenderse que los institutos técnicos lo hagan mejor en esto, porque son menos rígidos, burocratizados y arrogantes. Por eso crecen más, y captan cada año más estudiantes que las universidades tradicionales.

Si en Chile la educación técnico-profesional se salva este año de la expropiación encubierta que sufrieron los colegios particulares subvencionados, podría ser la que salve a la educación superior chilena de su estancamiento o deterioro como promedio nacional. Si lo logra, tal vez llegue a ser el modelo que tratarán de imitar los países latinoamericanos la próxima década. De la misma forma como 20 años atrás imitaron nuestro modelo económico que los hace progresar hoy más que nosotros.

Fuente: Diario El Mercurio
Link: http://impresa.elmercurio.com/Pages/NewsDetail.aspx?dt=2017-06-26&PaginaId=2&BodyID=1

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