La Fundación WorldSkills, cuyo objetivo es impulsar las habilidades técnicas en los jóvenes del país y el mundo, organizó las Primeras Olimpiadas Técnicas. Las competencias se llevaron a cabo en Alto Hospicio, San Felipe, La Unión, Buin y Santiago, los campos de competencia fueron soldadura, fontanería, mecatrónica, robotica movil, mecánica automotriz, CAD, paisajismo, instalaciones eléctricas y control industrial.
El periódico nacional El Mercurio, realizó una interesante nota sobre el certamen que invitamos a leer a continuación.
Siguiendo un modelo que triunfa en el extranjero, estudiantes de entre 15 y 23 años de todo el país tuvieron que probar que cumplían con las habilidades necesarias para enfrentar diversos desafíos.
Para superar el primer día de competencia, Elías Leyton (23) debió pasar horas programando un pequeño robot -de nombre Robotino- para que recorriera de un lado a otro, esquivando los obstáculos que se presentaban en el camino. La idea era simular que la máquina trabajaba como asistente de una oficina y que su primera tarea era repartir café a cada uno de los empleados.
«Debía cumplir un circuito en una especie de laberinto. Con mi compañero de trabajo partimos sin saber mucho, pero con la práctica fuimos mejorando» dice el estudiante de primer año de Ingeniería en Electricidad, Automatización y Control Industrial del Duoc Plaza Norte. Él es uno de los cerca de 60 jóvenes de entre 15 y 23 años que en los últimos cinco días participaron en las Primeras Olimpiadas de Habilidades Técnicas del país.
Se trata de desafíos centrados en nueve especialidades técnicas (como soldadura, fontanería, instalaciones eléctricas y paisajismo) y que los estudiantes debían resolver en parejas. Para ello tenían 14 horas que se repartían en dos días, la misma modalidad que se sigue en el extranjero, donde la competencia también está instalada.
«A través de este tipo de ejercicios que se repiten en todo el mundo, buscamos mostrar que un profesional debe estar preparado para trabajar en cualquier posición geográfica. Es una forma de adquirir competencias técnicas universales», plantea el brasileño Roberto Spada, director ejecutivo para América de WorldSkills, organización internacional que reúne a distintos actores de la educación técnica superior y media. En Chile, la Confederación de la Producción y del Comercio; el Consejo de Institutos Profesionales y Centros de Formación Técnica Acreditados, Vertebral; y la Asociación de Industriales Metalúrgicos y Metalmecánicos, son algunas de las instituciones que forman parte de esta iniciativa.
Arsenio Fernández, presidente de WorldSkills Chile, se atreve a ir más allá de la adquisición de mejores competencias técnicas: cuando los estudiantes trabajan uno al lado del otro -las competencias de cada una de las categorías de las Olimpiadas se realizaron en un mismo salón en las ciudades de La Unión, Alto Hospicio, San Felipe, Buin y Santiago-, se vuelve más fácil «compartir conocimientos y experiencias. Esto a su vez permite tener personas mejor capacitadas para un área que se ha vuelto fundamental en el progreso económico chileno», explica respecto de la importancia de seguir potenciando la educación técnica nacional.
Deuda de un sistema articulado
Según cifras del 2015, cerca del 43% de los alumnos de educación superior estudian en un Instituto Profesional o Centro de Formación Técnica. En conjunto suman más de 525 mil alumnos.
«Aunque todavía queda mucho trabajo por hacer, se trata de un sistema que se ha abierto camino en el último tiempo. En cuanto a matrícula nueva, el crecimiento es superior al de la educación universitaria; la matrícula de los Institutos Profesionales ha crecido 10% en los últimos 10 años», indica Patricia Noda, secretaria ejecutiva de Vertebral.
Eso sí -advierte- todavía está pendiente un mejor sistema de articulación entre los colegios técnicos y las instituciones de educación superior. «Las discusiones han estado centradas en la gratuidad y el financiamiento, lo que es bueno. Pero pensamos que hay otros temas de fondo que es necesario tomar en cuenta, como el reconocimiento de aprendizajes previos», agrega.
La existencia de un sistema articulado ayudaría a alumnos como Israel Herrera (17) y Christian Oliva (16). Mientras el primero acaba de egresar de la Escuela Industrial de San Felipe, el segundo cursa 3° medio en el Liceo Industrial Chileno Alemán, en Ñuñoa. Ambos compitieron en la categoría mecatrónica de la competencia y a futuro tienen ganas de continuar ligados al área.
«Quienes nos dedicamos al área técnica tenemos la ventaja de ver cómo lo que planeamos después se realiza. Uno se siente orgulloso cuando eso pasa, tu trabajo es algo concreto», dice Christian, quien junto a su compañero de colegio Matías Chanes debió armar una estación de trabajo que permitiera distribuir mercadería: de forma automática, la máquina que programaron debía ser capaz de seleccionar, por ejemplo, los productos de cierto color o tamaño.
Fuente: El Mercurio.
Noticia publicada el 14 de noviembre de 2016.
http://impresa.elmercurio.com/Pages/NewsDetail.aspx?dt=2016-11-14&dtB=17-11-2016%200:00:00&PaginaId=10&bodyid=1