Contar con un marco que precise las competencias y habilidades requeridas por un trabajador para desempeñar una determinada labor técnico-profesional será un gran avance para lograr que los estudios de nivel técnico estén verdaderamente coordinados con las necesidades del mundo laboral, permitiendo, entre otras cosas, que sus egresados ingresen rápidamente al mundo del trabajo.
La evidencia internacional indica que una oferta de calidad de programas y opciones de formación técnico-profesional, estrechamente vinculada al mundo laboral, se traduce en un impacto positivo para la capacitación continua y los niveles de empleabilidad y productividad. De allí la transversal preocupación por lograr una articulación efectiva entre este aprendizaje y las necesidades de las diferentes áreas de la producción.
Con este objetivo, se ha diseñado -luego de un extenso período de consultas- un marco de cualificación orientado inicialmente a sectores productivos como la minería, la logística y las tecnologías de información, de manera de reconocer y clasificar las competencias y habilidades de los trabajadores. Este instrumento permitiría tanto al trabajador como al empleador tener una mayor claridad acerca de los requerimientos necesarios para la inserción laboral en un sector específico.
La iniciativa apunta también a una mayor pertinencia y articulación de los programas escolares de educación técnica y aquellos impartidos por las instituciones de educación superior, de manera que los estudiantes puedan acceder a estudios complementarios y progresivos. El nuevo marco de cualificaciones -que propone una clasificación de cinco niveles, comenzando por los oficios básicos y culminando en una especialización profesional- puede ser un instrumento valioso en cuanto a clarificar y transparentar la oferta educativa en esta área, siempre que ello no redunde en menor flexibilidad y autonomía de las instituciones, las que deben poder definir la duración y los contenidos de sus programas.
Poner la atención en la calidad del ámbito técnico-profesional resulta de la mayor relevancia no solo por el gran número de estudiantes actualmente formándose en este tipo de instituciones, muchos de ellos estudiando y trabajando simultáneamente, sino también por su impacto en el entorno laboral y productivo. Una de las variables que inciden en la baja participación de jóvenes y mujeres en la fuerza laboral se explica por la carencia de las competencias laborales necesarias para lograr incorporarse en el mundo del trabajo.
Conseguir un conjunto importante de técnicos con una preparación de calidad -en los países desarrollados triplican el número de graduados universitarios- implica dotar al sistema de formación técnico-profesional de aquellos elementos articuladores necesarios para que la formación escolar logre una fluida articulación con los programas ofrecidos por las instituciones de educación superior, enseñanza que requiere de exigencias, calidad y actualización acorde con las necesidades de los sectores productivos, posibilitando el desarrollo de trayectorias reconocidas por el mundo laboral y por la sociedad en su conjunto.
Fuente: Diario El Mercurio
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