Sí a la educación técnica

28-12-2017

Que representa un importante factor de movilidad social en Chile y que es un motor para la productividad de las empresas son dos potentes argumentos que los especialistas utilizan para validar las carreras técnicas en nuestro país. Una opción profesional que ha ganado cada vez más adeptos y que representa una real oportunidad laboral acá y también en el extranjero.

Que históricamente la educación técnica superior ha sido considerada el pariente pobre y olvidado del educacional chileno es una realidad que se ha naturalizado en nuestra cultura. Una situación que algunos expertos atribuyen a políticas públicas de educación centradas solo en la formación universitaria y a una serie de mitos negativos -con respecto al salario y a las oportunidades laborales- que la han estigmatizado.

«Uno de los factores que explican esto es el desconocimiento que se tiene de la educación superior técnico profesional y también el arraigo cultural que mantienen las universidades, fuertemente impulsado por los gobiernos al entregar más beneficios a estas entidades que a centros de formación técnica (CFT) o institutos profesionales (IP) -explica Patricia Noda, directora ejecutiva de Vertebral (Consejo de Institutos Profesionales y Centros de Formación Técnica Acreditados)-.

Además existe una escasa valorización individual, social y económica de las potencialidades de las carreras técnicas». En nuestro país, a diferencia de lo que ocurre en el escenario internacional, existe un déficit de técnicos que fluctúa entre los 600.000 y 700.000. Una cifra bastante menor de lo que sucede, por ejemplo, en la Unión Europea, donde dos tercios de los empleos que se están generando corresponden a técnicos y profesionales, según datos entregados por la OCDE. «La manera en cómo resuelven dos factores clave para asegurar la eficiencia y la pertinencia de la formación técnico profesional sitúan a Alemania, Australia y Canadá en la vanguardia de la educación superior técnico profesional.

Se trata de cómo articulan esta modalidad de estudio con otras modalidades educativas e instituciones de educación superior (articulación vertical y horizontal), y su vinculación con el medio productivo. En general los tres países coinciden en que la educación técnico profesional propiamente tal se imparte desde la educación secundaria superior y está presente tanto en la educación postsecundaria como terciaria», explica Patricia Noda. Uno de los factores que han mermado el desarrollo de este tipo de educación en Chile es que no existe una ley específica para la educación técnico profesional. Así lo explica Patricia, quien sostiene que «por eso resultaba tan importante que el proyecto de Educación Superior -recientemente aprobado por el Senado- incluyera mejoras para el desarrollo del sector técnico-profesional, lo que finalmente no quedó representando en el órgano legal. Creemos que se puede perder la oportunidad de producir una discusión técnica, profunda y rigurosa de la educación superior que Chile necesita para los próximos 30 años», dice.

Con respecto al tema, Loreto Ferrari, vicerrectora académica de AIEP, cree que legislaciones en otras áreas han contribuido al crecimiento de carreras técnicas. «Concretamente en Salud, la exigencia del título en los técnicos en enfermería ha generado un gran impulso a la formación en esa área; también la inclusión de podólogos en los equipos de salud augura un impulso grande a la empleabilidad de estos profesionales; y los técnicos jurídicos también han visto fortalecido su mercado laboral por efectos de algunas normativas. Sin embargo, en otros ámbitos existen restricciones arcaicas al ejercicio de carreras técnicas, limitaciones salariales y exigencias que no se condicen con la realidad laboral. Sin ir más lejos, no se exige el nivel técnico en ámbitos como la farmacología y la cosmetología, donde podría ser un aporte», explica.

Pese a estar muy lejos de lo que ocurre en otros países, el mercado nacional ha ido requiriendo cada vez más técnicos. Por lo menos así lo ha observado Ferrari, quien sostiene que «las empresas cada día tienen una mayor demanda por este perfil de egresados», y agrega que «del tercio que sí cuenta con educación superior, existió por años una relación de 1 técnico por cada 10 profesionales, lo que no dice relación con la estructura del mercado laboral. Hoy esa relación es menos dramática, pero estamos muy lejos de llegar a un 1 a 1. Esto hace obviar la necesidad de ofrecer alternativas de formación de corta duración que nos permitan hacernos cargo del importante porcentaje de trabajadores no formados que hoy tenemos. Menos del 15% de nuestra fuerza laboral cuenta con formación técnica, versus un 30% en países desarrollados», explica.

Actualmente las carreras que tienen mayor empleabilidad están ligadas a las tecnologías de la información, como, por ejemplo, técnico en programación computacional, que tiene un porcentaje de empleabilidad del 93%; en el área de la salud las carreras técnicas en enfermería en todas sus menciones, y finalmente la carrera que hoy sorprende por su alto índice de renta promedio, según Mifuturo.cl, es la de técnico en topografía. «Lo cierto es que la Educación Superior Técnico Profesional (ESTP) contribuye directamente en el desarrollo del país, al considerarse como un eje articulador de apoyo e impulso tanto para la competitividad del país como para la empleabilidad de las personas, en un contexto en que se busca como sociedad mejorar la capacidad de innovación y la productividad para lograr mayor crecimiento económico que garanticen el bienestar de las personas y la cohesión social», concluye Patricia Noda.

Fuente: Revista La Hora Mujeres
Link: http://portal.nexnews.cl/showN?valor=MzE2MzY3RDY1TDEzNzQwMjA5NDkyMDM0NjIyMTUyMTk2MzUxNDg2NTE1NzUzMTUxNTMxNTE1OTEzNjk4MjE0MzUxNDRONTU1NTU1NTU1NTU1Mw==

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