Conversando con Jorge Menéndez, vicepresidente de Vertebral

12-03-2018

El también rector de ENAC conversó con nosotros sobre los desafíos que trae este 2018, la reforma recientemente aprobada, entre otros temas de interés para nuestro sector.

¿Cuáles son los desafíos más importantes que afrontará Vertebral durante este 2018?

Tenemos que seguir posicionando y visibilizando al sector técnico-profesional como una categoría distinta a las universidades, necesaria para el desarrollo de Chile, su productividad, competitividad y bienestar. Por lo demás, con un perfil de alumnos diferentes, cuya elección por seguir estudios técnicos es ya una tendencia estructural hace más de siete años. Nuestros estudiantes trabajan y estudian, tienen hijos y responsabilidades familiares de diversa índole, no disponen de muchos años para estudiar con dedicación exclusiva y tienen una expectativa de inserción laboral en corto tiempo. En fin, el mundo de la Educación Superior Técnica Profesional (ESTP) es radicalmente distinto al de las universidades, pero eso no ha sido entendido así por la mayoría de los chilenos.

¿Qué balance hacen del proyecto de Reforma a la Educación Superior recientemente aprobado?

El balance general para nuestro sector no es bueno. Creo que el proyecto que terminó aprobando el Congreso no reconoce esta diversidad de vías formación y que el sistema de educación superior ha cambiado estructuralmente en estos últimos 15 años. La reforma aprobada terminó más bien en un conjunto de normativas de afán regulatorio y que rigidizan de manera preocupante la autonomía de las instituciones de educación superior, no se vieron incentivos claros al fomento y el desarrollo de una educación superior sintonizada con los nuevos tiempos y con una perspectiva futura para el país.

¿Considera que la formación técnico-profesional ha recibido un trato desigual de parte de las autoridades?

Lamentablemente ha sido así, basta con recordar que la política de gratuidad dejó fuera a nuestro segmento el año 2016 y eso no lo entendió nadie, fue una acción muy discriminatoria. Por otro lado, la reforma establece mayores exigencias a los IP y CFT en cuanto a su áreas de desarrollo (vinculación con el medio, innovación), pero ello no se ve reflejado en los aranceles para nuestro segmento o en fondos complementarios para ello. Esa es una actitud de menosprecio y desconocimiento de la formación técnica profesional.

¿Cuáles son las tendencias en el mundo que Chile podría replicar en cuanto a la formación técnico-profesional?

Hay muchos países del mundo desarrollado que han logrado establecer sistemas paralelos al mundo universitario y de alto estándar de provisión en cuanto educación técnica profesional. Es el caso de Finlandia, Suecia, Canadá, Australia, Alemania, por nombrar algunos. Esta es una tendencia que se viene presentado con fuerza desde la década de los años setenta y que responde a cambios tecnológicos y sociales de amplio alcance, que han sido asimilados con inteligencia por los sistemas de educación en estos países y que se han convertido en importantes vectores de progreso y equidad.

¿Qué tan articulados, a nivel país, están los distintos niveles de la educación superior?

Tenemos un sistema de educación superior poco articulado y que se explica precisamente por la falta de marcos generales que ordenen las distintas opciones de formación, tanto para las instituciones como los alumnos. Los países que han logrado tener sistemas articulados han implementado marcos de cualificaciones que orientan a toda la población.

¿Son las instituciones de educación superior chilenas un medio efectivo para la movilidad social?

Sin duda alguna, de manera particular esta es una realidad chilena que se expresa en los más altos retornos que conlleva la educación superior. Creo que las familias chilenas lo tienen muy claro y ven en la educación superior una alternativa de progreso. He podido ver esta transformación personal y su progreso en muchos estudiantes en los más de 20 años que llevo trabajando en educación superior.

Desde que comenzaron las carreras técnicas en Chile, ¿cómo ha evolucionado el escenario para ellas?

Todo depende del escenario histórico en que nos situemos, pues para mí ha habido dos grandes ciclos de educación técnica en Chile. El primero se originó a mediados de siglo XIX con las Escuelas de Artes y Oficio, el que tuvo un interesante auge, pero que terminó truncado por la visión elitista y universitaria en la década de los años sesenta en el siglo XX. El segundo ciclo es el actual, que se inicia paradójicamente en esa misma época (los años sesenta) por el Estado, actores universitarios y algunos altruistas con visión de futuro de entonces. En sus inicios, este segundo ciclo tuvo alrededor de 30 años de instituciones poco formales y con escasa consolidación, pero a contar de los años 90 comienza a desarrollarse un segmento de instituciones que hoy representan el 45% de la matrícula de la educación superior, tienen altos estándares de calidad y son una opción de desarrollo para Chile. Cabe señalar que el país tiene la más alta proporción de ESTP en el contexto de América Latina.

¿Cuáles son los países que lideran en formación técnica y por qué ha triunfado el modelo en ellos?

Finlandia, Suecia, Canadá, Australia, Alemania, por nombrar algunos. Como lo decía, estos países han sido capaces de establecer trayectorias paralelas de formación superior técnica profesional y han vinculado estos procesos de formación al mundo del trabajo y los desafíos derivados de la productividad y el bienestar.

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