Rector de Inacap y expresidente de Vertebral es reconocido como Ejecutivo del Año por «EY» y «El Mercurio»

27-03-2018

Un grupo de empresarios, autoridades y emprendedores de primer nivel oficiaron de jurado y escogieron a los hombres de negocios que sobresalieron en 2017 en Chile.

«Honrado, contento y orgulloso, pero también muy sorprendido», se siente Gonzalo Vargas Otte, tras ser reconocido como Ejecutivo del Año. En abril, este ingeniero agrónomo de la UC cumplirá once años al mando de Inacap.

Su sorpresa radica en que su perfil es un tanto atípico para ser considerado como un «ejecutivo». Viene de la academia. «Pero me explicaron que lo que se reconoce es la capacidad de gestionar», dice.

Nacido en 1966 y criado en Santiago, Vargas se describe a sí mismo como el «típico académico». Fue al colegio Tabancura, estudió agronomía en la Universidad Católica y, desde 1990 se desempeñó primero como profesor y luego como director del departamento de Economía Agraria de esa misma institución. Durante esos años también obtuvo un MBA en Universidad de California. En 2002, dejó la academia para convertirse en el gerente general de la Fundación Paz Ciudadana y el 2007 ingresó a Inacap, donde pronto cumplirá 11 años. Vargas cuenta que el trabajo no le deja mucho tiempo libre, pero que aprovecha lo que le queda para estar con su familia: su esposa desde hace 25 años y sus seis hijos, de entre 24 y 10 años. Además disfruta de la lectura y la caminata, particularmente en el cerro Manquehue.

La voz de Vargas ha sido protagonista en el debate sobre las reformas a la educación superior que emprendió el gobierno de Michelle Bachelet, y ha sido uno de los representantes más activos desde el mundo de los centros de formación técnica e institutos profesionales. Mal que mal, lidera Inacap, una institución con 26 sedes y 120 mil alumnos, más del 10% del total de alumnos que hay en toda la educación superior del país.

-El ministro de Educación, Gerardo Varela, ha dicho que una de sus prioridades es valorar la educación técnica. ¿Qué expectativas tiene?

«Si queremos ser un país desarrollado, siempre hay que poner al centro la educación y el trabajo. La discusión de los últimos años ha resaltado mucho la educación de calidad, pero se quedó en las estructuras y los instrumentos de financiamiento, y no se ha debatido sobre los fines de la educación, qué vamos a entender por calidad y cómo llegar a ella. La expectativa que tenemos es que, como las reformas ya se aprobaron, podamos centrarnos en el debate de las tendencias mundiales en educación. Los países más desarrollados dejan en claro la importancia de una educación para el trabajo, de calidad, muy vinculada a las empresas y sectores productivos. En Chile, las instituciones lo estamos haciendo, pero aún no se manifiesta desde la política pública».

-¿Qué normas necesita el sector?

«¡Yo más bien sacaría normas! Hay normas que rigidizan. Por ejemplo, la ley dice que las carreras técnicas tienen que durar 1.600 horas de clase y eso impide tener educación superior dual. Hay muchas restricciones a los programas online , entonces la introducción de tecnología está limitada. A nivel escolar, los liceos técnicos tienen modalidad dual, pero es muy difícil que un liceo mande sus estudiantes a nuestros laboratorios, porque hay mucha rigidez en el horario de clases que tienen que cumplir en el establecimiento».

-¿Qué rescata de esa discusión?

«Que hay más financiamiento para los estudiantes».

-¿Y qué le dolió?

«Lo que más me dolió, pero que finalmente se resolvió, es que cuando partió la gratuidad, originalmente fue solo para universidades que cumplieran ciertos requisitos, lo que impedía que muchos de los estudiantes que más la necesitaban no la obtuviera. El primer año, los institutos profesionales (IP) y centros de formación técnica (CFT) quedaron fuera y, por esa vía, se excluyó a estudiantes que lo necesitaban (…) Hay un discurso que habla de ir a los más necesitados, pero en los hechos los instrumentos terminan reproduciendo una desigualdad. A veces hay una mirada muy desde la élite. Cuando uno ve dónde estudiaron los parlamentarios, uno ve muy pocas personas que tienen el conocimiento o la experiencia de lo que es pasar por la educación técnica. Para muchas familias, seguir una carrera técnica es algo muy deseado, y así lo corrobora la expansión del sistema. En nuestra institución, los aranceles son más bajos que en las universidades, las carreras son más cortas y la empleabilidad es muy buena. Eso genera condiciones de movilidad social muy importantes para una familia».

-Ese desconocimiento al que alude, ¿se apreció en políticas como la creación de los quince CFT estatales en regiones?

«Nunca quedó claro cuál era el fundamento y la necesidad de crear esos CFT. Se están creando estos 15 y nunca hubo un documento que explicitara qué es lo que se quería hacer. Se ve que se instalan en sitios donde no hay oferta, lo que puede ser una contribución, pero tememos que no tengan la masa crítica. Además, se legisló para que empezaran a operar sin la obligación de acreditarse, entonces puede resultar en una educación que termine siendo de mayor costo y de menor calidad que la que ya existe. Además, en enero se le entregó a la ex Presidenta Bachelet la propuesta de estrategia de desarrollo técnico-profesional que elaboró una comisión liderada por el Mineduc durante los últimos dos años. Se crean instituciones antes de tener una estrategia. Se creó una institucionalidad sin tener claros los objetivos».

-En ese debate, un aspecto complejo fue darles una voz a los IP y CFT. Usted fue protagonista en la conformación de la asociación gremial Vertebral. ¿Qué evaluación hace de esta experiencia?

«Creo mucho en la asociatividad, la voluntad de fijar el objetivo común de prestigiar y mejorar la educación superior técnico-profesional. El propósito de Vertebral, como asociación gremial, no es defender intereses particulares, sino tener una educación superior técnico-profesional al servicio del país. Se formó un equipo de trabajo que ha desarrollado programas para compartir buenas prácticas y propuestas de políticas públicas».

-Un eje clave de su gestión como rector fue consolidar la Universidad Tecnológica de Chile Inacap. ¿Por qué se emprendió esa tarea?

«En el mundo se están borrando las fronteras entre la universidad y los institutos. Manejar la técnica sin saber los fundamentos científicos que hay detrás es cada vez menos válido. Las universidades también se están moviendo hacia las aplicaciones, el trabajo con las empresas, hacia lo práctico. Se está produciendo una convergencia».

Fuente: El Mercurio

Compartir:
© 2024 - Vertebral Chile. Todos los Derechos Reservados.
Dirección: Av. Nueva Providencia 1881, Of. 201, Providencia.