La Educación Superior Técnico Profesional (ESTP) vive, probablemente, un momento crucial para su desarrollo futuro. Así queda de manifiesto en las cifras oficializadas por el Consejo Nacional de Educación (CNED), que muestran el sostenido aumento que ha experimentado el número de estudiantes que han optado por este tipo de formación como vehículo de movilidad social y de desarrollo personal.
En el marco de la semana de la Educación Técnico Profesional resulta especialmente trascendente destacar la importancia de la formación TP como una opción de legítima calidad, que responde a la vocación de muchos jóvenes y es considerada por expertos como motor de progreso, ya que permite a sus egresados insertarse rápidamente en el mundo laboral, percibiendo sueldos atractivos y ofreciéndoles la posibilidad de una permanente actualización de contenidos dada su flexibilidad curricular, lo que repercute positivamente en el dinamismo de la actividad económica y laboral. La formación TP es hoy día una alternativa complementaria, además, a la universitaria, con su propio campo y demanda laboral específica.
Según cifras de Mi Futuro -dependiente del Mineduc-, existen carreras técnico-profesionales que superan los $2 millones al quinto año de egreso y, en promedio, tienen una alta empleabilidad impulsada por su permanente vínculo con el entorno. Asimismo, CFTs e IPs ofrecen programas más acotados en comparación con universidades y mallas curriculares más dúctiles, lo que permite compatibilizar los estudios con el trabajo u otras actividades. Atributos, por cierto, que han relevado a la formación TP como una opción de singular atractivo para medio millón de jóvenes que han optado por este sector como un válido agente de progreso.
También es pertinente mencionar que instituciones técnico-profesionales han incluido en su oferta académica la semipresencialidad o virtualidad de carreras, lo que representa una interesante alternativa para un país con una geografía particular como el nuestro, con muchas localidades alejadas de los centros urbanos y que imposibilitan el acceso a la educación superior.
Dada su particular naturaleza, la ESTP es pieza fundamental para enfrentar los cambios que afectarán al mediano y largo plazo a la industria nacional, de los cuales ya vemos sus primeras consecuencias. Existe numerosa evidencia internacional que da cuenta de la necesidad de reconvertir a los trabajadores para que aprendan las nuevas competencias que se necesitarán: personas expertas en energías renovables no convencionales, en sistemas de seguridad, en robótica, en automatización, en nanotecnología, en inteligencia artificial, en ciberseguridad y en muchas otras nuevas tecnologías. Y el país está en el momento preciso para fortalecer a los IPs y CFTs, especialistas en la formación para el trabajo.
Fuente: La Tercera