Por José Sanfuentes Palma
Consejero de Vertebral
Rector de IP Arcos
Es evidente que el Sistema de Admisión a la Educación Superior debe ser sometido a una profunda reestructuración, pues, tal como está, no responde a las exigencias de la diversidad existente de proyectos educativos, contenidos en los diferentes planteles del sistema terciario, fomentando así la discriminación, especialmente en los alumnos del sector técnico-profesional.
Los recientes resultados de la Prueba de Selección Universitaria (PSU), no son más que el reflejo de las injustificables brechas socioeconómicas que este mecanismo se ha encargado de mantener, perjudicando a los alumnos «raros» y más vulnerables. ¿Qué posibilidades de entrar a la educación superior tendrá un joven que estudió en un colegio de orientación artística cultural o que tiene profunda vocación en esos dominios, que busca diseñar su futuro en un centro de formación técnica o instituto profesional? Con la actual PSU, probablemente ninguna.
El nuevo sistema de acceso, que comenzará a regir en 2020, necesariamente debe hacerse cargo de este nítido sesgo que afecta a miles de estudiantes, especialmente al 40% que egresa de la educación media técnico-profesional, como también a quienes han cultivado sus vocaciones artísticas y creativas.
Resulta fundamental contar con un mecanismo de acceso a la educación superior que no discrimine al estudiante por su currículo escolar, garantice un trato igualitario y justo al medir aptitud es y habilidades, y no conocimientos, como sucede actualmente y, por sobretodo, que reconozca la existente amplitud de proyectos educativos ligados a disciplinas que son cada vez más relevantes para el desarrollo del país.
Fuente: Diario La Tercera