Carta de Consejeras de Vertebral: «Mujeres y Educación Técnica»

Por Gloria Iturra, rectora CFT Juan Bohon; Trinidad Riesco, rectora IP Culinary; Lucía Pardo, rectora Instituto Guillermo Subercaseaux; Anamari Martínez, rectora IP IPCHILE; Andrea Mora, rectora Instituto Adolfo Matthei.

La fecha es oportuna para cuestionar el rol que la sociedad ha cumplido en cuanto a propiciar espacios de desarrollo para nuestras mujeres, especialmente en materia educacional y laboral.

Con orgullo podemos afirmar que la Educación Superior Técnico Profesional (ESTP) se ha transformado en un importante vehículo de movilidad social e inclusión para miles de chilenos y chilenas. Sin ir más lejos, el 56 % de estudiantes mujeres se titula de algún IP o CFT, lo que reafirma que la educación técnico-profesional es el mejor camino para avanzar en equidad.

Sin embargo, bien sabemos que todavía hay un largo camino por recorrer para lograr eliminar las brechas de género existentes en este subsector educacional. Carreras como Construcción, Mecánica Industrial, Mecánica Automotriz, STEM, Electricidad, Electrónica, Telecomunicaciones y Programaciones tienen una baja presencia de estudiantes mujeres, aunque hay que enfatizar que otros sectores, como el minero y financiero, han sido capaces de revertir esta tendencia, dejando de ser exclusivamente masculinos para convertirse en la actualidad en mixtos.

También es fundamental que el sector industrial y empresarial incentive la contratación femenina en labores tradicionalmente ejecutadas por hombres. Sin ir más lejos, de acuerdo al reporte “Efecto económico del sesgo de género en las decisiones vocacionales”, las mujeres obtendrían un 7 % más de remuneración que los hombres al primer año en carreras masculinizadas.

Cuando recientemente se ha conmemorado en todo el mundo el Día Internacional de la Mujer, somos conscientes de que estas brechas de género deben tender a desaparecer para igualar las condiciones entre estudiantes, indistintamente de su género, pues lo único que debiese primar a la hora de acceder al mundo laboral son las capacidades y destrezas de las personas. El gran atributo que posee la formación técnico-profesional es precisamente la inclusividad. En ello hay un imperativo moral para avanzar hacia un sistema educativo igualitario que reconozca la irrefutable contribución de la mujer al desarrollo del país.

Fuente: El Mostrador

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